La historia de las obras detrás de nuestras credenciales

Las categorías de afiliaciones que ofrece el museo se distinguen por tener su propia identidad con imágenes del valioso acervo del Franz. Conoce un poco más de la riqueza artística e histórica de cada una de ellas.

Desde hace poco más de 6 mil años, distintos pueblos en diferentes partes del mundo descubrieron que de los tallos y las hojas de algunas plantas se podía extraer un colorante azul, el cual aprovecharon para teñir textiles. En las zonas tropicales del continente asiático se identificó una especie de la familia de las leguminosas de la que obtiene un profundo colorante azul; los pueblos de India comercializaron este tinte que llegó hasta Europa, gracias a los caminos de la Ruta de la seda. Por su lugar de proveniencia, los comerciantes y tintoreros occidentales denominaron índigo al colorante vegetal y al intenso color azul que da a las telas.

Este tapiz fue elaborado en Francia durante el siglo XVII; representa a María Magdalena cuando se arrepiente de su vida de vanidades y decide convertirse en una ermitaña dedicada a la oración, de acuerdo con los relatos hagiográficos de su historia. Los hilos de lana usados para representar el manto que viste fueron teñidos con índigo. En la actualidad, el nombre científico de la planta que permite obtener estos fascinantes tonos es Indigofera Tinctoria.

Autoría desconocida / La conversión de María Magdalena / Tejido de tapicería utilizando hilos de plata, lana y seda teñidas con tintes naturales / Segunda mitad del siglo XVII / Francia
Urna eucarística / Juan Pose Santiago de Compostela, España / Siglo XVII / Plata fundida, forjada, cincelada, repujada y picada de lustre.

Esta urna fue elaborada para albergar al Santísimo Sacramento durante una de las celebraciones litúrgicas más solemnes e importantes de la iglesia católica, la conmemoración del Jueves Santo.

La pieza, comprada en Nueva York por Franz Mayer en 1947, fue trabajada hacia finales del siglo XVII por un platero natural de Galicia llamado Juan Pose, vecino de Santiago de Compostela, España. Esta obra fue realizada con las técnicas del fundido a la cera perdida, el repujado, el cincelado y el picado de lustre.

Este tapiz fue elaborado en Francia durante el siglo XVII; representa a María Magdalena cuando se arrepiente de su vida de vanidades y decide convertirse en una ermitaña dedicada a la oración, de acuerdo con los relatos hagiográficos de su historia. Los hilos de lana usados para representar el manto que viste fueron teñidos con índigo. En la actualidad, el nombre científico de la planta que permite obtener estos fascinantes tonos es Indigofera Tinctoria.

Michael Mercator / America sive India Nova / Primera mitad del siglo XVII / Grabado y acuarela sobre papel / Duisburgo, Estados Germánicos

Michael Mercator realizó este mapa a partir de las proyecciones que anteriormente habían elaborado su abuelo Gerardus y su padre Rudolf Mercator, famosos por haber representado la superficie esférica terrestre en una proyección cilíndrica, que al desplegarse genera un plano.

América se dibuja sobre un gran continente del sur y el Océano Pacífico se extiende hacia el oeste. En el borde del hemisferio se observa Nueva Guinea, grande y redonda.

Y aunque el mapa es casi idéntico al de su abuelo, al norte Michael dibujó tres islas que anteriormente habían sido colocadas alrededor del Polo Norte.

Representando algunas creencias de la época, en el hemisferio sur resalta una gran masa de tierra que el cartógrafo nombró Terra Australis Nondum Cognita, y que se extiende al norte del trópico de Capricornio e incluye Tierra del Fuego.

Lebrillo / Segunda mitad del siglo / XVII / Cerámica esmaltada / Puebla de los Ángeles, Nueva España (Hoy México)

La Talavera o Loza blanca de Puebla es uno de los elementos artísticos novohispanos que con mayor detalle da cuenta del rico intercambio cultural entre América, Asia y Europa. Para Alberto Díaz de Cossío: Hacia fines del siglo XVIII el centro de la Nueva España y sus principales ciudades productoras de mayólica, como Puebla, Oaxaca y México, consolidaron su producción, depurando la técnica heredada por talleres europeos, incluido el uso del torno mecánico, el horno de cámara cerrada y el recubrimiento de estaño y plomo, así como la organización del trabajo bajo el régimen de los gremios regidos por ordenanzas. Ese excepcional lebrillo, que ha sido considerado como uno de los de mayor tamaño en su tipo, fue elaborados en cerámica esmaltada y decorado con un águila bicéfala, que refiere al escudo de armas de la Corona Española.

Taller de Willem van Herp / Alegres compañías / Flandes / Siglo XVII / Óleo sobre tela

Dentro de la pintura de género —durante el siglo de oro neerlandés y el Barroco flamenco— surgió un tipo de escenas, conocidas como Alegres compañías, en las que se observan grupos de personas divirtiéndose. Un asomo a la vida cotidiana que exhibe a los personajes relajados, bebiendo y disfrutando de la música. Las escenas se desarrollan en una casa, un jardín o una taberna y en ellas se reúnen desde la alta sociedad en interiores ostentosos hasta grupos de hombres embriagados y amodorrados en espacios cutres y descuidados.

En las paredes de este detalle de la obra atribuida al Taller de Willem van Herp cuelgan objetos relacionados con el arte de comer y beber como las jarras y la olla. Los tres personajes fuman en pipa —la forma preferida de los flamencos y neerlandeses de consumir tabaco en esta época, misma en la que pasó de ser una planta medicinal a un artículo de placer y convivencia.


La vida placentera —reflejada en dejos de comer, beber, conversar, fumar y bailar— es el manifiesto de las pinturas de «alegres compañías». Compartir un plato de comida, una copa de vino, tarros de cerveza, un olfateo, un abrazo o una bofetada son suficientes para interpretar la obra como una alegoría de los cinco sentidos. ¡Añoranza del pasado y antojo utópico en el presente!

Este segundo detalle advierte que la escena se centra en una familia flamenca burguesa, con sus mayores, jóvenes y niños agrupados alrededor de una mesa en un disfrute campechano. Los personajes y los objetos ligados unos con otros —ya sea por movimientos, miradas o actitudes— develan un ambiente dinámico, como una coreografía improvisada dentro de la obra.

Muchas de las pinturas de «alegres compañías» celebran los placeres de convivir. Otras tantas cargan mensajes moralistas para evitar el consumo de bebidas alcohólicas en exceso, las malas amistades, el despilfarro y el adulterio. La mayoría caen en un punto intermedio difícil de interpretar. Son un reflejo del contexto social en el que fueron creadas.

Este tercer detalle es la introducción a la escena central. Un hombre toma a una mujer por el hombro, ella intenta alejarlo con el brazo extendido, mientras que con la otra mano lleva una planta en un plato. Un perro olfatea su delantal por el lado derecho, al mismo tiempo que un hombre lo jala del lado izquierdo. Uno de los roles estereotipados de la mujer en el arte y en la vida cotidiana que permanecen hoy en día.

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